En estas semanas están acudiendo numerosos pacientes que han comenzado a experimentar una gran ansiedad debido a la situación que estamos viviendo covid19. Por ello, queremos hoy compartir con vosotros una información muy útil para aprender a reconocerla, comprender cómo funciona y conseguir combatirla adecuadamente.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una reacción emocional de alerta que se da ante la percepción de un peligro (real o imaginado), provocando en nuestro organismo una gran respuesta a todos los niveles: cognitivo, fisiológico y motor.

En realidad, es un mecanismo de supervivencia fundamental para el ser humano, pues esta reacción hace que estemos más preparados para enfrentarnos a la amenaza que hemos percibido, ya sea para luchar o para huir.

El problema aparece cuando el peligro no es real, sino imaginado, pues nuestro organismo está generando toda esa reacción pero no existe una amenaza real a la que debamos enfrentarnos.

Además, en la mayoría de los casos, no sabemos cómo manejar una situación de ansiedad, y precisamente por el desconocimiento lo que solemos hacer dispara aún más la ansiedad, por ejemplo comenzando a respirar de forma agitada o pensando catastróficamente (“¿Qué me está pasando?, ¡Me voy a asfixiar!, ¡Me voy a morir!”). Es decir, que al percibir los primeros síntomas de ansiedad solemos activar aún más disparadores de ansiedad, lo cual provoca más síntomas.

Cuando este patrón se prologa en el tiempo, termina por convertirse en una patología, por lo que es fundamental actuar a tiempo y no seguir acostumbrado a nuestro cerebro a responder con ansiedad ante determinadas situaciones.

¿Cómo son las personas que sufren ansiedad?

  • Tienen una preocupación constante y excesiva, así como numerosos pensamientos negativos.

  • Experimentan una gran sensación de agobio y ansiedad en situaciones estresantes, pero también presentan un estrés constante y latente de forma continuada en su día a día, aunque a veces no son del todo conscientes de ello.

  • Son personas inquietas o impacientes, podríamos llamarlo “hiperactividad mental”. Aparentemente puede parecer tranquila, pero su mente va siempre acelerada, pensando siempre en lo que debe hacer después.

  • Carga responsabilidades y problemas que no le corresponden.

  • Suelen sentir mucho cansancio, y sobre todo cansancio cognitivo.

  • Experimentan alteraciones en la concentración: tanto dificultad para concentrarse cómo “hiperfocalización”.

  • Suelen encontrarse muy sensibles e irritables, mostrándose a la defensiva y saltando a la mínima. Suelen ser personas que se desbordan en llantos repentinos o ira desproporcionada cuando expresan sus sentimientos.

  • Algunas personas con ansiedad se sienten incomodas e inseguras en situaciones sociales.

  • Suele evitar conflictos y enfrentamientos con los demás.

  • Pueden tener obsesiones mentales, así como manías, sobre todo con el orden o la organización. Les gusta tenerlo todo controlado.

Como su patrón ansioso de respuesta se ha hecho habitual, muchos de estos síntomas o “rasgos” se perciben en el día a día cotidiano de estas personas, no solo en momentos puntuales de mucha ansiedad o estrés.

Además de estas características cognitivas y emocionales, las personas que sufren de ansiedad experimentan multitud de síntomas fisiológicos y motores:

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

  • Presión o dolor en el pecho

  • Dificultad para respirar o sensación de ahogo

  • Tensión muscular

  • Alteración en la alimentación y el sueño

  • Sudoración

  • Palpitaciones

  • Mareos

  • Temblores

  • Hormigueos

  • Náuseas y vómitos

  • Dolor de cabeza

 

¿Cómo puedo combatir la ansiedad?

Busca sus orígenes:

Necesitas averiguar qué está produciendo esta angustiosa emoción. A veces los pensamientos son automáticos e inconscientes, y es necesaria una labor de profundización para descubrir los motivos de esa ansiedad.

Comprende qué función cumple:

La ansiedad es positiva, recuerda que es una señal ante un peligro (real o imaginado) que prepara a nuestro organismo para dar una respuesta. Entender el motivo por el que existe la ansiedad ayuda a aceptar esta emoción, en lugar de esforzarnos por rechazarla.

Aprende a desmantelar el mecanismo de la ansiedad:

De algún modo, nuestro cerebro detecta peligro donde no lo hay, por lo que es necesario aprender a desmantelar esta interpretación errónea.

Para tus pensamientos:

Debes tratar de distraerlos y centrarte en otros pensamientos o en otra actividad que te haga cambiar el foco de atención. Algunas estrategias cognitivas como la parada de pensamiento o la reestructuración cognitiva resultan muy eficaces.

Aprende técnicas de relajación y estrategias que neutralicen la respuesta de ansiedad:

Por ejemplo, técnicas de respiración diafragmática o relajación muscular progresiva.

Enfréntate a las situaciones que te causan ansiedad:

Cuando evitamos estas situaciones lo único que conseguimos es reforzar más aún la respuesta ansiosa, lo que nos hace cada vez menos capaces de llegar a manejarla. Al final, la evitación consigue arrastrarnos a un círculo vicioso en el que cada vez nos es más difícil enfrentarnos. Si la ansiedad es grave o te sientes desbordado solicita ayuda profesional para saber exactamente cómo, cuánto y cuándo enfrentarte. Una mala práctica puede conllevar una primera experiencia de fracaso que te limite a seguir intentándolo.

No dejes que el problema se cronifique en el tiempo:

Es fácil que nuestro organismo asimile la ansiedad como un patrón de respuesta habitual, lo cual hace que se extienda cada vez a más momentos y situaciones de nuestra vida. La ansiedad es muy tóxica y llega a afectarnos profundamente. Es fundamental evitar que se convierta en un patrón habitual de respuesta para ti, ¡actúa a tiempo!

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