Desde hace algunos años comenzamos a escuchar más a menudo aquella palabra que hace tan solo unos años, quizás, no habíamos escuchado en la vida neuropsicología y es que a lo mejor hace poco tiempo algún vecino/a, amigo/a o familiar ha tenido un ictus, un derrame o un trauma (entendida como una lesión producida quizás por un accidente de moto por ejemplo) que le ha dejado una serie de secuelas, las cuales no siempre son atendidas en los hospitales. Solo en algunos casos, el personal médico comentan la posibilidad de que esta persona debería acudir a esta figura, al neuropsicólogo/a.

Por seguir con el ejemplo anterior, si hemos tenido un ictus, con secuelas físicas, quizás durante un tiempo tengamos que estar asistiendo a rehabilitación con un/a fisioterapeuta para que nos ayude con aquellos daños producidos en brazos o piernas, por ejemplo. Sin embargo, cuando ese daño se produce en la cabeza ¿A quién debemos acudir?

No siempre nos dejan claro en el hospital esta respuesta ya que un/a psiquiatra trata cosas de la cabeza como son los trastornos mentales de origen genético o neurológico, pero no suele hacer intervención para rehabilitar ese cerebro dañado; un psicólogo/a suele tratar el análisis de la conducta y los procesos mentales de las personas, pero puede o no estar especializada en esta parte más específica que le llaman “Neuropsicología”. Parece estar más relacionada con neurología incluso dirían algunos… Y en cierta manera tienen razón. El/la neuropsicóloga es una persona que se ha formado en la rama de Psicología, pero después se ha especializado, aún más, dentro de esta rama. Para que lo entendamos más fácil sería como el médico que se especializa en psiquiatría, esa persona es médico, pero sobretodo maneja mucha información acerca de su especialidad, la psiquiatría; pues lo mismo pasa con los neuropsicólogos/as.

Siguiendo con la idea anterior, los daños cerebrales adquiridos (DCA) son cada vez más comunes, de hecho, escuchamos que suceden con más frecuencia y esto es debido a varias cosas. Por un lado, estamos viendo desde hace décadas un aumento de la esperanza de vida en nuestro país. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) hace unas décadas, en el año 1991, la media en hombres era en torno a los 73 años frente a las mujeres que se situaban en torno a los 81 años y actualmente, en el año 2018, ya se situaba la media en hombres en torno a 80 y mujeres en 85 años. Por ello, al vivir más años es más fácil que probabilísticamente nos suceda cualquier tipo de daño (DCA), surja cualquier enfermedad o situación que antes no tenían tiempo a surgir porque la esperanza de vida no llegaba a 50 años. Por otro lado, el aumento del estrés, la vida laboral, y otros muchos factores influyen negativamente como puede ser la diabetes, hipertensión, etc.

Como dato para entender la repercusión del ictus en España, en el año 2017 se estima que hubo al menos entre 110.000 y 120.000 ictus en nuestro país según un artículo de la Sociedad Española de Neurología (SEN), convirtiéndose así en la segunda causa de muerte en España con 7600 datos registrados. Pero claro ¿qué sucede entonces con el resto de las personas que han sufrido ictus? Algunas de ellas, por suerte, no tendrán casi repercusión, es decir, no habrá un empeoramiento en lenguaje, atención, memoria… pero otras personas sí que tendrán una mayor afectación a varios niveles. Generalmente entre las sintomatologías más frecuentes al producirse un ictus encontramos la pérdida de fuerza y/o sensibilidad en una parte del cuerpo, la alteración del lenguaje, ya sea a la hora de expresarse o comprender, de la memoria, atención o de la conducta entre otras.

Si alguien de mi entorno sufre alguna de estas características más relacionadas con las funciones cognitivas (funciones del cerebro) es el momento de ponerse en contacto entonces con algún centro que tenga personal cualificado, neuropsicóloga, para poder responder lo mejor posible a las demandas de la persona. Este neuropsicólogo/a será capaz, mediante entrevistas y pruebas, de ver las dificultades de las personas y darle herramientas, mediante la rehabilitación neuropsicológica, para que el estado de esa persona con tiempo, esfuerzo y la rehabilitación consigan hacer que esté lo más parecida posible al estado anterior al suceso (ictus, trauma, etc.) minimizando así el posible impacto de la lesión. 

En este punto es muy importante hacer hincapié en que son muchos los estudios que hablan de la importancia que tiene el papel de la rehabilitación neuropsicológica pero, al contrario que en otras disciplinas, no existen unas estrategias generales a utilizar ya que esto dependerá siempre de nuestro paciente por lo que el tratamiento para cada una de ellas es individualizado (n=1).

Desde ISANEP Neuropsicología, Psicoterapia y Logopedia, llevamos años realizando Neuropsicología. Si piensas que puedes necesitar ayuda con rehabilitación o estimulación neuropsicológica no dudes en contactar con nosotros para cualquier consulta.

Bibliografía:
SEN. (Octubre de 2020). Obtenido de Sociedad Española de Neurología (SEN): https://www.sen.es/saladeprensa/pdf/Link223.pdf

INE. (Junio de 2020). Obtenido de Instituto Nacional de Estadística (INE): https://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INESeccion_C&cid=1259926380048&p=1254735110672&pagename=ProductosYServicios/PYSLayout

De Noreña D, Ríos-Lago M, Bombín-González I, Sánchez- Cubillo I, García-Molina A, Tirapu-Ustarroz J. Efectividad de la rehabilitación neuropsicológica en el daño cerebral adquirido (I): atención, velocidad de procesamiento, memoria y lenguaje. Rev Neurol 2010; 51: 687-98.

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